La ruta comienza a las puertas del cortijo que existe, prácticamente en el centro de la finca.

En la pared del cortijo se ha situado una caja nido que sirve de refugio para murciélagos. Ésta tiene una estructura distinta a las propias de las aves, presentando ranuras que facilitan el paso de estos mamíferos, así como agarres en la parte superior, de los que pueden colgarse para descansar.

Cerca, si miramos en dirección norte, podremos observar un ido en cuya parte superior se encuentra una estructura, una caja nido. Con ellas se pretende que las aves tengan un lugar idóneo para su establecimiento, ya que les ofrece refugio tanto para la cría como para vivir, alejándolos de los depredadores naturales. En este caso, esta caja está situada sobre un poste, el cual nos permite sobreponernos a la inexistencia de árboles altos, así como crear espacios desde los que las aves pueden otear el espacio de alrededor.

Aunque tradicionalmente gran parte de los subproductos obtenidos a través de la extracción del aceite de oliva se hayan desechado, hoy en día se tiende a su revalorización y aprovechamiento. Es lo que ocurre con los restos de hojas o ramas que pueden ser compostadas, obteniéndose un abono natural que posteriormente será esparcido entre los olivos.

En la pared del cortijo se ha instalado un nido de lechuza, con el fin de que se establezcan estas aves, cuya población se ha reducido bastante en las últimas décadas, por la finca y las de alrededor.

Ascendiendo por el camino es posible llegar a la balsa que sirve para acumular agua con la que regar los olivos del conjunto de la finca. Unas balsas que, naturalizadas, pueden servir como oasis de fauna y vegetación.

En este lugar se podía encontrar un espacio fuertemente erosionado por el paso del agua que se había llevado gran parte del suelo. A través de la restauración se ha conseguido solventar dicho problema, no sólo rellenándolo con tierra y cicatrizando la herida que había aparecido, sino también revegetándolo, evitando de este modo que vuelva a aparecer.

Enclave en el que permanece un pequeño encinar que se ha convertido en un bosque isla, al estar rodeado de olivares. En él se pueden encontrar especies florísticas muy diversas, siendo un auténtico punto de desarrollo de la biodiversidad en este agrosistema.

El establecimiento de una charca en los olivares sirve como punto caliente de biodiversidad, ya que ofrece agua para anfibios, reptiles, aves o mamíferos a lo largo de todo el año. Sobre todo en los meses de verano, cuando las altas temperaturas y las escasas precipitaciones hacen que este recurso escasee.

En el olivar intensivo, y tal y como se puede comprobar, los árboles son más pequeños que en los que se plantaron con morfología tradicional. Asimismo, tienen una densidad mayor y están compuestos por un solo pie que se encuentra erguido. A través de este marco y la morfología que llegan a tener los árboles, es posible una recolección mucho más sencilla, ayudados por maquinaria especializada.

Con el fin de incrementar la biodiversidad y mejorar el hábitat, hemos creado un lindero revegetando este espacio. De este modo, la fauna tendrá un espacio idóneo para su desarrollo, pudiendo encontrarse recovecos entre los que esconderse u otros que les permitirá cazar.

Continuando nuestro camino llegaremos al olivar diferente al que estábamos, un olivar con marco tradicional. Con troncos de mayor tamaño, diferentes pies o menor número de árboles por hectárea, son fácilmente diferenciables de los olivares intensivos que habíamos visto con anterioridad.

En uno de los edificios que compone el cortijo se encuentra la tienda, en la que se pueden adquirir los aceites, así como otros productos, elaborados en la explotación.

A las puertas del mismo cortijo del que partimos, llegaremos al final de la ruta, tras haber recorrido gran parte de la finca y haber descubierto en buena medida este ecosistema agrario y las labores que se están desarrollando en él, con el fin de mejorar la biodiversidad que se halla en su interior.