Nos disponemos a recorrer la finca de olivar “La Tosquilla”, situada en el término municipal de Nueva Carteya, al sur de la provincia de Córdoba. Tiene una superficie de algo más de 90 hectáreas, dedicada al cultivo del olivo. Comenzamos la ruta en el Cortijo de La Tosquilla, en el que, tal y como podemos observar, se ha aprovechado para instalar dos cajas nido y un bebedero que está al otro lado del pequeño parche arbolado.

En este punto, nos asomamos a una pequeña depresión del terreno, en el que podemos encontrar una fuente/abrevadero y una zona de vegetación seminatural, en la que no hay plantados olivos, debido a que el suelo tiende a encharcarse en determinados periodos del año. En este paraje se realizó una plantación de ejemplares de algunas especies bien adaptadas a estas condiciones edáficas, como rosales silvestres (Rosa canina), jazmines (Jasminum fruticans), lentiscos (Pistacia lentiscus) o zarazamoras (Rubus ulmifolius).

Tal y como se puede ver, en esta localización convergen dos arroyos temporales, lo que puntualmente puede suponer problemas de erosión. Desde este punto, si miramos aguas abajo, vemos que el arroyo mantiene una vegetación abundante en sus orillas, mientras que aguas arriba, la situación es diferente, con menos cobertura de matorral y arbolitos. Para evitarlo, se han plantado distintas especies que acompañan a la vegetación de ribera ya existente y que veremos un poco más adelante, cuando volvamos a este cauce después de visitar el siguiente punto.

Hemos venido remontando uno de los arroyos temporales que veíamos en el punto anterior durante los últimos metros, que presenta un riesgo incipiente de erosión. Para minimizar este riesgo, se ha comenzado a revegetar su zona inferior, lo que ayudará a reducir la velocidad del agua en los momentos de precipitación. En fases sucesivas se continuará revegetando el arroyo remontando este cauce. Además la cobertura herbácea de una ancha banda a cada lado del cauce se mantiene durante todo el año, para fortalecer la defensa contra la erosión. A nuestra derecha podemos ver un poste – posadero que se ha instalado con una caja nido en la parte superior, que usan las aves, además de como refugio, como atalaya desde la que se otear el terreno en busca de alimento.

Volvemos en este punto al segundo de los arroyos temporales que confluían en el punto 2. Desde este punto veremos cómo se han introducido numerosos ejemplares de plantas leñosas que diversifican la vegetación del arroyo. También se puede apreciar el contraste entre la cobertura herbácea de este olivar y de su parcela vecina, al otro lado del cauce.

La ruta nos va llevando ladera arriba, siguiendo otro arroyo temporal en el que también se han realizado trabajos de revegetación, no sólo para sujetar el terreno, sino porque constituye uno de los mejores emplazamientos para crear pequeñas corredores de vegetación natural, que permiten conectar los parches de arbolado que se encuentran en la parte superior de la finca, con los pequeños bosques de ribera situados en la parte inferior. Según avanzamos vamos encontrando olivos de mayor tamaño, llegando en algunas zonas a tocarse las copas de los árboles. Esta diferencia se da, no sólo por la mayor edad de los olivos que encontramos aquí, sino por las mejores condiciones del suelo respecto al que encontramos al inicio de la ruta.

Estamos al lado de dos parches de vegetación compuestos principalmente por quejigos (Quercus faginea), ambos de unos 150 metros de largo. Unos parches importantes por el efecto que tienen sobre la biodiversidad, al proporcionar un hábitat de refugio cría y alimentación para muchas especies animales y romper la monotonía generada por la plantación de olivos.

En este lugar se han realizado varias actuaciones. Por un lado, se ha incrementado el número de especies de flora mediante revegetaciones centradas sobre todo en los estratos arbustivo y herbáceo. Asimismo, se han instalado cajas nido, nidales de insectos y un bebedero en cada uno de los parches. Instalar este tipo de estructuras constituye una actuación muy sencilla, pero de muy buenos resultados.

En el límite sur de la finca, que constituye la parte de mayor altura de la parcela, encontramos un camino que une Llanos del Espinar con Doña Mencía. El camino conserva en buena parte de su recorrido una interesante vegetación que conforma un valioso corredor ecológico que actúa como conector para la fauna, a nivel de paisaje, y como fuente de dispersión de semillas para las especies que lo componen. Esta zona de arbolado y matorral alberga, además, numerosas especies que utilizan el olivar como parte de su territorio.

En el camino de descenso, y ya casi llegando al final de la ruta,, nos despedimos del olivar visitando otro nidal de insectos al que podremos asomarnos con precaución, para no molestar a sus pequeños habitantes.

Finalizamos la ruta. Una ruta que variará atendiendo a la estación del año, ya que, dependiendo de cuando la hagamos, podremos haber visto la cubierta o los parches de vegetación natural en sus distintos estadios: con más o menos flores o frutos, algunas especies sin hojas a partir del otoño. También la fauna y sus actividades cambia a lo largo del año; las aves pueden estar en proceso de reproducción, cantando para atraer a su pareja o agrupándose en bandos invernantes. Los insectos los podremos hallar en plena actividad primaveral o prácticamente ausentes durante los periodos más fríos del invierno, etc. Y por supuesto también cambia el olivar y sus actividades. El año comienza con la poda, justo antes de la llegada de la primavera, a partir de mayo podemos ver el olivar en flor. En verano llega el momento de quitar las varetas, y en otoño veremos la evolución de las aceitunas, desde el verde hasta el negro. Y la recogida de la aceituna, momento álgido de este interesante agroecosistema.